martes, 22 de enero de 2013

EL CASTILLO DE IRAS Y NO VOLVERAS

En una miserable choza vivía un pescador con su mujer y sus siete hijos.Tan pobres eran que sólo se mantenían  de lo que el padre lograba sacar del río con sus redes ,y tan escaso era lo que el buen hombre conseguía que la mayor parte de los días no tenían ni para una sola comida.Uno de aquellos días estaban la mujer y los hijos esperando con gran ansiedad su regreso,toda vez que el día anterior no habían comido nada, por no haber podido el pescador coger ni el más insignificante pececillo.No tardó en aparecer el pobre hombre con las redes al hombro y aspecto macilento y cabizbajo.Toda la prole corrió hacia él con el ansia pintada en sus hambrientos rostros y le rodearon lanzando grandes exclamaciones.
-¿Has tenido suerte,padre? ¿podremos comer bastante hoy? ¿Cuántos pescados tocaremos por cabeza?
El desgraciado pescador bajó la cabeza y dos gruesas lagrimas rodaron por sus atezadas mejillas.¿Cómo decir a aquellas infelices criaturas que por más que había lanzado las redes una y otra vez,siempre las había sacado vacías?
Los niños,al ver que su padre no contestaba a sus preguntas,pronto se dieron cuenta que aquel día tampoco tendrían nada que llevarse a la boca, y cesando en sus gritos fueron retirando apesadumbrados hacia la choza, y echándose en un rincón se dispusieron a dormir,pensando filosoficamente que quizá al día siguiente su padre tendría más suerte y les traería algo para saciar el hambre que sentían.
Apenas amaneció el día siguiente,ya estaba el pescador otra vez con las redes al hombro  y en vista que en aquella parte no había podido pescar nada los días anteriores,decidió remontar el río y probar en el sitio en que la corriente era más impetuosa. Llegado que fue al centro del río,lanzó las redes, y apenas habían transcurrido unos momentos,notó que algo se agitaba dentro de las mismas.Lleno de júbilo empezó a tirar de ellas ,más con enorme sorpresa se dio cuenta que apenas podía moverlas. ¡Qué alegría tan inmensa tuvo el pescador,toda vez que, a juzgar por el enorme esfuerzo que le costaba hacerse con la pesca ,ésta debía de ser muy importante! Los ojos del hombre brillaban de satisfacción al pensar que con lo que pescase,su mujer y sus hijos tendrían comida suficiente para varios días.No obstante,se sentía preocupado por el gran esfuerzo que le costaba izar las redes.¿Y si éstas ,ya un tanto viejas,no resistían aquel peso?Con grandes preocupaciones las fue recogiendo, y cuando ya estaban cerca de la superficie vio un enorme pez que se debatía entre las mallas.Al fin pudo hacerse con el monstruoso animal, y cuando se disponía a darle muerte,oyó que éste decía:
-¡Pescador,pescadorcito, sueltame y tendrás toda la pesca que desees!
-¡Esta sí que es buena!-respondió el pescador-Por una vez que tengo suerte voy a desperdiciarla.No amigo mío;irás a para a los estómagos de mi mujer y mis hijos,que buena necesidad tienen de ello.Pero el pez no se dio por vencido y volvió a insistir:
-¡ Óyeme,pescador! Si me sueltas ,te prometo que cada día podrás venir con un carro y llevarte todos los peces que puedas cargar en él.Se quedó un momento pensativo el pescador y echó sus cálculos.Bien cierto es -pensaba-que con aquel pez podrían comer él y su familia durante unos días,mas pasados éstos volverían a pasar hambre y quién sabe si hasta llegarían todos a morir de inanición,mientras si lo que aquel pez le prometía y estaba dispuesto a creer que no le engañaba-era cierto,jamás volverían a tener que acostarse sin comer. Rápidamente se decidió.
-Bien-le dijo-voy a soltarte,mas espero que cumplas tu palabras: mañana estaré aquí con un carro y supongo que harás honor a lo que prometes.
Así diciendo abrió la red y puso en libertad al enorme animal el cual,con un poderoso impulso de su cola,se hundió en las profundidades de las aguas................
Algo mohíno regresó el pescador a su casa,toda vez que si contaba a su mujer lo sucedido,ésta le reprocharía el haber dejado escapar el gran pez y si después resultaba que éste no cumplía su promesa,cada día estaría machacándole con lo mismo.En consecuencia,decidió guardar el secreto y al día siguiente mientras su mujer aún dormía,enganchó su escuálido caballejo al carro y se encaminó al lugar de la víspera.Apenas llegó lanzó las redes y aún no habían terminado de desplegarse,cuando se fueron al fondo,tal era la cantidad de peces de todas clases que en ellas entraban.Una y otra vez las lanzó el pescador,y siempre obtenía el mismo resultado.Pronto estuvo el carro tan cargado que temiendo que el caballejo no pudiese arrastrar tanto peso,optó por recoger las redes y encaminarse hacia su humilde vivienda.
¡Grande fue el asombro de su mujer e hijos al verle regresar con tan preciosa carga! Su mujer quiso saber de dónde había sacado tan gran cantidad de peces ,mas él,temiendo alguna indiscreción de su parte,no se lo quiso decir. Rápidamente descargaron la mercancía y tras de comer lo que quisieron,decidieron ir al mercado y vender el resto con lo que obtuvieron pingues ganancias.
Al día siguiente se repitió lo mismo que la  víspera y al otro día también en días sucesivos, negándose siempre el pescador a revelar a su mujer el secreto de aquel cambio de fortuna.
Mujer -le decía- confórmate con la suerte de que ahora disfrutamos y no trates de averiguar de dónde nos viene.La curiosidad nunca ha sido cosa buena; no trates por lo tanto,de averiguar de qué medios me valgo para conseguir tanta pesca.
Pasaron los días y cada vez eran más ricos el pescador y por ende ,su mujer e hijos.Compraron una hermosa casa,trajes y joyas; en fin todo aquello que es necesario para que la vida sea más agradable.Mas la mujer del pescador no cesaba de mortificar a éste para que le hiciese partícipe de  su secreto y tanto llegó a insistir de día y de noche que le marido,deseando que le dejase en paz,no tuvo más remedio que confiarle al fin lo que deseaba tener oculto.
¡Ah !-exclamó la mujer- ¿Conque era eso? Pues bien; deseo que me lo traigas y si no lo haces no te dejaré vivir en paz.
Pero mujer-trató de conformarla el marido-piensa que él cumplió lo prometido y aunque nada más sea por agradecimiento toda vez que a él le debemos la gran prosperidad de que  actualmente gozamos.no debemos hacerle ningún mal.(continuará)

                                                                       

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